miércoles, 23 de enero de 2013

Creo en América. El círculo perfecto. Michael Corleone: una historia más de fortuna e infortunios


“I believe in America. America has made my fortune…” (“Creo en América. América ha hecho mi fortuna…”). Con estas palabras sobre un fondo negro que no muestra rostro o escena alguna se abre la trilogía fílmica, justo antes de presentar a Amerigo Bonasera solicitando el favor de Don Corleone. A continuación se inicia un alegato seguido de un diálogo que suponen el pilar fundamental de la obra: el paralelismo entre dos sociedades contrapuestas, la decente y honrada sociedad norteamericana, regida por sus normas y cánones, y la de los hombres que se conducen por sus propios principios, la de quienes creen en la autotutela, sin confiar en el sistema establecido socialmente.
"Creo en América. América ha hecho mi fortuna"
Amerigo Bonasera
("El Padrino")
 
 
 
 
Amerigo Bonasera susurra al oído a Don Vito Corleone lo que desea que
hagan con los maltratadores de su hija
("El Padrino")
 
La historia de los Corleone es la historia moderna de los Estados Unidos de América del Norte, la de aquellos inmigrantes que llegaron a un país lleno de oportunidades, a una especie de tierra prometida en la que cualquiera podía forjar sus sueños, pese a que en realidad unos conseguirían sobrevivir y algunos simplemente malvivir, otros se estrellarían en el intento y naufragarían, algunos triunfarían mediante el acatamiento de las normas establecidas y otros llegarían a saborear ese triunfo dejando de lado tales normas fijadas y velando por sus propios intereses y por los de los suyos, tangencialmente al sistema.

Con magnífico criterio eligió Puzo una cita de Balzac para incluirla al comienzo de las páginas de su libro que reza “Detrás de cada gran fortuna hay un crimen”. Muchas son las fortunas actualmente limpias que se han forjado mediante el crimen organizado en América, en todo el mundo, en realidad, imperios cimentados en la sangre derramada por quienes hoy son grandes magnates, o por sus antecesores. “El Padrino”, en su conjunto, nos relata la génesis, el ascenso y la caída de un imperio, o mejor dicho, el precio que ha de pagarse por mantener ese imperio, centrándose especialmente en la figura de Michael Corleone, un joven que casi por imperiosa necesidad y amor propio ha de ponerse al frente de los negocios opacos de su padre, gracias a los cuales éste llegó a crear los pilares de su reino  particular, y tras su sucesión se elevaron a cotas insospechadas, convirtiéndose en uno de los hombres más ricos y poderosos de América y, por tanto, del mundo, pero que como en la obra de Wilde “El Retrato de Dorian Grey”, cada éxito va acompañado de una cuota de fracaso personal y espiritual, convirtiéndolo en un ser despreciable, pese a pensar que todo lo hace por el bien de su familia, una criatura diabólica que arriesga todo por su propio ego, pretendiendo alcanzar el bien pese a que para ello haya de sembrar el mal, y que una vez que se encuentra a punto de obtener la redención, la vida le pasa una altísima factura, la redención a través del castigo, del más duro sufrimiento, al más puro estilo de Dostoievski.
 
Carlo Rizzi es ejecutado por Peter Clemenza
("El Padrino")
Coppola y Puzo se convierten en una suerte de centauro, un Dostoievski moderno que redime a su criatura mediante el tormento, el cual comienza a vislumbrarse desde la primera entrega, con el asesinato del traidor Carlo Rizzi, su cuñado, sometiéndolo al enfrentamiento de su hermana Connie, y desde entonces, Michael Corleone sufre una nueva transformación (a pesar de que previamente ya había comenzado su metamorfosis, desde el momento en el que decidió hacerse con las riendas de los negocios familiares, forjándose en un hombre duro, oscuro y sin escrúpulos cuando había de mirar por lo que él consideraba el bien de su familia), un cambio que le va alejando de los suyos en un irónico empeño por mantenerlos unidos a todos, siempre bajo su mano férrea, acosado por las oscuras dudas respecto de si obra bien o no, llevándole a ordenar el asesinato de su propio hermano Fredo (crimen que le perseguirá hasta su muerte, sometiéndolo a un perpetuo remordimiento, como no puede ser de otro modo), convirtiéndole en el hombre tremendamente poderoso que no tiene con quien compartir su fortuna, un remedo simiesco de Alejandro, con parte de sus vicios y parte de sus virtudes, un victorioso general solitario a quien no le queda más que su inmenso poder y su incontable fortuna, que una vez que cree alcanzar la redención descubre que su sufrimiento no ha hecho más que empezar, y que le arrastra a ver morir a su propia hija, Mary, su mayor tesoro, en un fallido intento de atentado contra él.
Fredo Corleone instantes antes de ser asesinado
("El Padrino. Parte II")


La historia reflejada en “El Padrino” no es sino la muestra de lo que llegó a ser el apogeo de la Mafia en América. Como se ha podido leer en entradas anteriores, lo que narran Puzo y Coppola bebe en parte de sucesos reales. El poderoso reino creado desde la nada por un joven Vito Corleone reúne las características de lo que levantaron los hombres de honor que emigraron desde Sicilia a América en busca de la forja de los cimientos de sus grandes fortunas. A través del crimen se va tejiendo la telaraña en cuyos hilos acaban atrapados miembros de todas las esferas sociales, desde civiles de a pie hasta políticos de las más elevadas cotas, pasando por policías, concejales, alcaldes, fiscales, jueces o empresarios. El reino de Don Vito Corleone alcanza  las máximas dimensiones de modo paulatino. Lo que en realidad era una parcela de poder ya nada despreciable va tornándose lentamente en el imperio que dirigirá su hijo Michael, amasando una impresionante fortuna que podría hacer tambalearse incluso al propio estado, y que culmina definitivamente cuando se convierte en uno de los hombres más poderosos a nivel mundial, cuando se barajan cifras incalculables como si fuese calderilla, cuando la fortuna conquistada, impregnada de sangre, está a punto de lavarse y convertirse así en dinero legal para destinarse a causas justas y benéficas. Ya no importa solo el dinero, son más interesantes el poder y el reconocimiento social. Esa tela de araña en la que tantos pezzonovanti han caído a lo largo de la vida de dos generaciones se resume en la conversación que Michael y Kay mantienen en el despacho de aquel tras serle concedida la cruz de la Orden de San Sebastián por el Papa Pablo VI en “El Padrino. Parte III” (“The Godfather. Part III”), cuando discuten acerca del futuro del hijo de ambos, Tony, y Kay reprocha a Michael: “Ésa ha sido tu obsesión, Michael, la razón, siempre respaldada por el crimen” (“That´s your big thing, isn’t it, Michael?. Reason backed up by murder”).
"Ésa ha sido tu obsesión, Michael,
la razón, siempre respaldada por el crimen"
Kay a Michael Corleone
("El Padrino. Parte III")
El personaje de Michael Corleone es una criatura atormentada, como ya se ha referido, un hombre que de no querer inmiscuirse en los oscuros negocios de su padre acaba tomando el control absoluto y comienza a sufrir la metamorfosis que ya se ha mencionado. El joven Michael Corleone, de carácter afable y simpático, es el único que osa desafiar a su padre, desatendiendo a los intereses del Don respecto de convertirse en un hombre de los que manejan los hilos. Don Vito nunca quiso que Michael fuese un don al uso, sino que sus esperanzas en él iban mucho más allá, con independencia de que cuando acabase sus estudios sí quisiera haberlo tenido a su lado, pero para operar al margen de los negocios de la Familia. Michael abandona los estudios, se alista en la Marina para tomar parte en la II Guerra Mundial, pasando por alto los favores que tuvo que solicitar su padre para evitar su reclutamiento. Ese carácter lo verá reflejado Michael en su propio hijo, Tony, cuando en una conversación similar durante la tercera entrega de la saga le dice que nunca trabajará para él. Durante el banquete de la boda de Carlo y Connie llega a decirle a Kay que su familia es violenta, pero que él no.
 
 
Anthony Corleone hace saber a su padre
que nunca trabajará para él
("El Padrino. Parte III")
Michael Corleone dice a Kay Adams
que él no es como el resto de su familia
("El Padrino")
 
Don Vito Corleone dice a Tom Hagen
que Santino no fue un buen don
("El Padrino")
El visceral Santino no reunía las dotes flemáticas que debería tener un buen don, y eso lo conocía su padre. De hecho, así se lo confiesa en la primera entrega a Tom Hagen, en presencia de su hijo Michael, durante la escena que tiene lugar en el despacho de la casa de los Corleone, después de que éste niegue temporalmente a Clemenza y a Tessio la posibilidad de actuar por su cuenta y crear sus propias familias, cuando le dice “Santino no fue un buen don”, refiriéndose a cuando Sonny se hizo cargo de las riendas de la Familia tras el atentado a la salida de la oficina de importación de aceite. Las esperanzas respecto de Fredo eran nulas, como refleja en la escena que tiene lugar en el jardín de la casa tras advertir a Michael respecto de la reunión en la que Barzini intentaría asesinarlo.
Los consejos del sabio Don Vito Corleone a su hijo
en el jardín de su casa
("El Padrino")
Michael estaba destinado a convertirse en un pez gordo, en senador, en gobernador o incluso en presidente, como se aprecia en esa misma conversación, pero por necesidad ha de ponerse al frente de la Familia aún en vida de su padre, y una vez que entra no puede salir de la espiral en la que se ve envuelto. Su decadencia como ser humano comienza cuando la venganza toma cuerpo propio y Michael, tras el asesinato de los jefes de las demás familias, dispone el asesinato de su cuñado, Carlo Rizzi. La primera parte concluye tras el reproche de su hermana Connie por tal hecho y con la pregunta que le hace Kay respecto de si es cierto que ordenó el asesinato de Carlo. Tras negarlo, Kay sale del despacho y Michael, un nuevo ser, un hombre diferente, se reúne con sus hombres de confianza en una dependencia de la casa de la que se excluye a su propia esposa.

Los sottocapi y caporegimes saludan respetuosamente a
Michael Corleone mientras Albert Neri cierra la puerta
ante la mirada de Kay
("El Padrino")










Kay y Michael bailan tras la cena
del banquete de la primera comunión
de Anthony
("El Padrino. Parte II")
A lo largo de la segunda parte el personaje de Don Michael Corleone se va volviendo más oscuro cada minuto que transcurre el metraje. Apenas se aprecian escenas del cariñoso Michael que se deja ver al comienzo y mediación de la primera. Su humor, como hombre de negocios duro, ha cambiado, e incluso durante la escena en la que baila con su esposa durante el banquete de celebración de la primera comunión de su hijo Anthony se le aprecia distante y frío. Solamente cuando habla con su hijo se ofrece el aspecto tierno del personaje, así como en una escena del metraje adicional, cuando se muestra afectuoso con su sobrina Francesca, y quizá cuando en La Habana toma un refrigerio con su hermano Fredo.
Francesca Corleone pide la bendición
a su tío Michael antes de casarse
("El Padrino. Parte II"; metraje adicional)

Michael y Fredo conversan en una heladería
de La Habana
("El Padrino. Parte II")


Michael pregunta a su madre si por
pretender mantener unida
a su familia puede perderla
("El Padrino. Parte II")
 

Poco a poco su carácter se va agriando y únicamente parece flaquear durante la escena en la que comparte un curioso diálogo con su madre, cuando le pregunta si por pretender mantener unida a la Familia puede perderla. Tras ser conocedor de la traición de su hermano Fredo decide su ejecución, y eso termina convirtiéndolo en el monstruo que se alimentará de su alma durante el resto de su vida. Al acabar la segunda entrega se aprecia a un hombre tremendamente poderoso, pero absolutamente solo, que ha visto morir a sus padres, a su hermano mayor (Santino) y a su primera esposa (Apollonia), que ha perdido a su segunda mujer (Kay) y a sus hijos (Anthony y Mary), que ha ordenado la muerte de su propio hermano (Fredo), que se ha granjeado la enemistad febril de su hermana (Connie), que ha sacrificado la vida de uno de sus capitanes (Rocco) y hombre de confianza por el simple placer de la venganza, que ha quebrado el vínculo de confianza con su casi hermano (Tom), un hombre que apenas puede confiar en nadie, un hombre poderoso y solo, terrible e infinitamente solo.

Un atormentado Don Michael Corleone
cavila terriblemente solo
("El Padrino. Parte II")
La tercera entrega nos muestra a un Michael mucho más parecido al del comienzo de la primera, de mejor humor, un hombre ya maduro que puede ser uno de los gerifaltes a nivel mundial, un prócer, un prohombre, un filántropo que se dedica a hacer obras benéficas, que parece haber hallado su redención y que pretende huir de su propio destino, que ha recuperado el cariño de su hermana (la cual pasa a convertirse en el verdadero don), cierta condescendencia de la que fue su segunda mujer y el amor de sus hijos, Anthony y, fundamentalmente, Mary, un hombre que se intenta mantener al margen de los negocios clandestinos y que desea disfrutar los últimos años de su vida en compañía de sus seres queridos.


Vincent Mancini y Mary Corleone
dan por primera vez rienda
suelta a su amor
("El Padrino. Parte III") 


Pero a medida que avanza la película descubre que no todo puede ser como él desea, en primer lugar por la relación amorosa que se inicia entre su hija Mary y el hijo ilegítimo de su hermano Santino, Vincent (respecto de esta cuestión se abundará en otra entrada más adelante), y en segundo término por la imposibilidad que aprecia para salir de la espiral que supone la Cosa Nostra.



Michael Corleone se resiente al descubrir
que una vez que pensaba estar fuera de
los asuntos turbios sus propios socios vuelven
a involucrarle en ellos
("El Padrino. Parte III")















Como antes se refirió, Michael Corleone se redime (si consigue hacerlo) mediante el sufrimiento, como hiciera Dostoievski con su personaje Raskólnikov, mediante el más arduo castigo, la cruel llama imperecedera que le condena a ver morir a su propia descendencia, a la persona que más quiere, su hija Mary, el castigo que le mata en vida y no le permite la muerte para, al menos, descansar. Resulta escalofriante la escena en la que Michael, durante sedundos, no puede desahogarse, emitiendo un grito mudo que denota su dolor irrefrenable e insufrible.

Michael Corleone contempla atónito el cadáver
de su hija Mary en la escalinata del
Teatro Massimo de Palermo
("El Padrino. Parte III")











El rostro del dolor, el sufrimiento extremo, reflejado en
la expresión del viejo Don tras ver morir a su hija Mary
("El Padrino. Parte III")
 


El imperio de los Corleone culmina con la cesión del mando a un nuevo don: Vincent Mancini, que pasa a ser Vincent Corleone, pero Michael Corleone, el hombre poderoso y portentoso que se convirtió en un monstruo y buscó la redención, acabará sus días solo, atormentado, masacrado por la penitencia de sus crímenes, en la tierra que vio nacer a sus antepasados.      

El viejo Michael Corleone muere solo,
 infinitamente atormentado,en Sicilia
("El Padrino. Parte III")
Nadie ha tratado nunca las vilezas y las miserias del ser humano como Shakespeare y Cervantes, aunque este último donde las refleja de maravillosa manera es en su “Quijote” (la mordacidad, la arrogancia del cuerdo frente al loco), pero en los personajes del inglés es donde se aprecian las pasiones y las mendacidades del hombre en su exponente máximo. Los personajes de “El Padrino” son pasionales, temperamentales, viscerales, y la obra creada por Puzo y Coppola tiene un innegable componente shakesperiano que bien podría componer una clásica tragedia griega o romana, en la que los sujetos se inspiran en la teoría de los cuatro humores o líquidos corporales: la cólera, la melancolía, la sangre y la flema.

Con independencia del romanticismo que engalana la obra de Puzo y Coppola, que llega a crear el vínculo empático con el lector y el espectador, fundamentalmente con el personaje del portentoso e incluso entrañable Don Vito Corleone, los verdaderos mafiosos no son más que personas que con el respeto y el honor por bandera (siempre desde su irracional, egoísta y subjetiva óptica) justifican el crimen.


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