Carlo en "El Padrino. Parte III" ("The Godfather. Part III")
Los orígenes
de la Mafia se ubican en la Sicilia de la segunda mitad del siglo XIX, tras la
unificación del Reino de Italia, pese a que desde antaño habían aparecido los
primeros esbozos, con la abolición del sistema feudal que aún regía en la isla hasta
que las tropas inglesas la invadieron durante las guerras napoleónicas. Las
primeras apariciones de extorsión se sitúan en las provocadas a los dueños de
las fincas de cítricos (limoneros, naranjos y mandarinos), que generaban
pingües beneficios. Tales extorsiones consistían en obtener dinero directamente
de la explotación o en provocar pérdidas devastadoras en los cultivos, así como
en introducir cuidadores, guardeses e intermediarios en los negocios. A esto se
sumaba la condescendencia de los efectivos policiales, judiciales y políticos
de un estado intrínsecamente corrupto y poco fiable. Durante las continuas
revoluciones que sacudieron Palermo a mediados del siglo XIX, la Mafia había
desarrollado la costumbre de ofrecer su poder siniestro a grupos políticos.
En el dialecto
de Palermo, la más importante ciudad siciliana, mafioso significaba atrevido,
hermoso, seguro de sí mismo; un mafioso era alguien gallardo que gustaba a los
de su alrededor y además se pavoneaba de ello. Desde sus orígenes, el término Mafia o Maffia fue confuso, sin que nadie pudiese aportar verdaderamente
señas acerca de en qué consistía y ni siquiera acerca de su existencia.
La Mafia tuvo
una importancia crucial en los procesos electorales, ejerciendo como grupo de
presión y obteniendo votos de los sectores más desfavorecidos mediante el
chantaje, la extorsión y el soborno. La derecha italiana venció en los comicios
de 1874 pese a las argucias de la Mafia, llevando a fin un inclemente plan de
ataque contra lo que ya se había constituido en el crimen organizado. Más
adelante, en 1876 se conformó un gobierno de coalición de la izquierda
italiana, habiéndose amañado los comicios. También la izquierda hubo de lavar
su imagen y comenzar una campaña contraria al crimen que en esta ocasión sí
resultó fructífera, pues se ofreció un acuerdo a los políticos sicilianos de la
izquierda consistente en que el gobierno les daría un trato favorable a cambio
de que entregaran a los bandidos que habían asolado la campiña siciliana desde
1860 mediante la extorsión, el secuestro y el crimen en general. Obviamente,
solo las cuestiones más escandalosas fueron solucionadas, pues la Mafia seguía
operando en la isla, pero de este modo se fraguó una especie de alianza
política entre Roma y Sicilia. Se abordaron importantes juicios contra
organizaciones clandestinas mafiosas, surgiendo la figura del pentito (arrepentido y colaborador de la
Justicia). Algunos de estos juicios se solventaron con duras condenas, mientras
otros resultaron laxos, pero los pocos sospechosos de alto nivel escaparon
indemnes debido a la contaminación que ya se expandía como una plaga en las
esferas de la judicatura y la política. Poco a poco se calentó el clima en el
mundillo político, pues los mafiosi iban
ganando posiciones en el mismo, ya que la izquierda empleaba a la Mafia como
instrumento de gobierno local, y el enfrentamiento entre la derecha y la
izquierda se perpetuaba. De este modo se gobernó relativamente Sicilia durante
los cuarenta años siguientes, con la condescendencia hacia la Mafia,
instrumento necesario para la ya corrompida estructura social.
Paulatinamente
la Mafia se instauró en las altas esferas políticas, en las que se compraban
votos por favores, convirtiéndose la política en un ente clientelista, sobre
todo cuando en 1882 creció el volumen de votantes, pues ya no solo accederían
al voto los varones adultos dueños de propiedades, sino que se amplió el
sufragio a una cuarta parte de la población adulta masculina. La concesión de
licencias de armas también influyó en la compra de votos, puesto que para ella
se requería la referencia de un ciudadano prominente, el hombre poderoso que
tenía contacto con los mafiosi.
Durante la
década de 1890 Italia sufrió una considerable crisis política que llegó a ser
causa de temer por la integridad de la nación. En 1892 se atravesó una terrible
crisis financiera, pues las dos principales instituciones crediticias del país
quebraron. Al año siguiente se conoció que la Banca Romana, uno de los bancos con autorización para acuñar moneda,
había falsificado millones de liras en papel moneda, pues había billetes
auténticos con los números de serie duplicados, destinándose el dinero a la
financiación de las campañas de los más destacados políticos del país. La lira,
lógicamente, cayó en barrena, por lo que se exportó la moneda en plata y en
cobre en cantidades insospechadas, hasta el punto de que las mutualidades y las
asociaciones de comerciantes del Norte de Italia se vieron obligadas a emitir
sus propias fichas. El sistema financiero estuvo a punto de derrumbarse. En
1894 se decretó en Sicilia la ley marcial, al efecto de aplastar los violentos
enfrentamientos entre trabajadores y terratenientes, y ese mismo año se
ilegalizó el Partido Socialista. A
todo esto se sumó el desastre bélico sufrido por Italia en una campaña colonial
en Etiopía, pues en marzo de 1896, en la Batalla de Adowa, un contingente de
17.500 soldados italianos y askaris
reclutados sobre el terreno, fue aplastado por las tropas etíopes, con un
ejército mejor preparado y armado y, por supuesto, muy superior, conformado por
más de 120.000 hombres. La mitad de los soldados italianos resultaron muertos,
heridos o capturados, y éstos, ritualmente castrados. En 1898 se declaró la ley
marcial incluso en Milán, la capital económica del país, y más de 80 personas
murieron a manos del ejército.
Dibujo tomado durante la celebración del macrojuicio de 1901 |
Los políticos
italianos conocían sobradamente la existencia de la Mafia, obviando detalles
que perfectamente podrían haber acabado con ella, como el Informe Sangiorgi, elaborado
por Ermanno Sangiorgi entre 1898 y
1900, valiente policía de carrera, jefe de la policía de Palermo, el cual fue
dirigido al principal juez de instrucción de la ciudad como parte de los
preparativos de un juicio, así como al Ministerio del Interior. En este informe
se detallaban los rituales de iniciación, se proporcionaba el perfil de 218
mafiosos y las vinculaciones de los mismos con el crimen organizado, así como
un detallado manual de actuación de la Mafia e infinidad de sucesos en los que
ésta se hallaba cristalinamente involucrada. No obstante, tal informe se ocultó
y no salió a la luz hasta fechas recientes, lo que acredita que era
perfectamente conocida la existencia de la Mafia y su vinculación con la
política. Del juicio que se celebró en 1901, en el que el informe de Sangiorgi era piedra angular, solo
resultaron condenados 32 de los implicados. El informe de Sangiorgi, como ya se ha indicado, se archivó.
Mientras
tanto, la vida de los campesinos sicilianos era ardua y desesperada, el
analfabetismo, el hambre, la malaria, las infrahumanas condiciones de trabajo y
las deudas esclavas que contraían con los terratenientes hacían insufrible su
existencia. En esta situación se hallaba el pueblo de Corleone, dedicado casi
plenamente en las circunstancias descritas a trabajar a cambio de miseria las
fincas de cereales de los grandes terratenientes, los cuales solían residir en
Palermo, arrendando dichas fincas mediante contratos breves a intermediarios
denominados gabelloti. El gabelloto era por lo común un hombre de carácter
brutal que durante el corto plazo que duraba el contrato exprimía al máximo a
los campesinos para obtener el mayor beneficio posible del arrendamiento. Los gabelloti se protegían a sí mismos
frente a los ataques de ladrones y cuatreros, y generalmente se asociaban entre
ellos al efecto de garantizarse esa protección. Si el gabelloto se unía a la Mafia tenía más posibilidades de obtener
mayores beneficios, pues por una parte se sentían más protegidos, y por otra,
la Mafia tenía los contactos en Palermo para celebrar los contratos de
arrendamiento. Por su parte, los explotados campesinos comenzaron a formar una
especie de organizaciones solidarias denominadas fasci (fascios; fascio es haz). No obstante, estos fascios nada
tenían que ver con el movimiento fascista que posteriormente creara Benito Mussolini. Tales fascios eran
hermandades de campesinos creadas para protegerse frente a los abusos de los terratenientes y los gabelloti.
Bernardino Verro (1866-1915) |
El principal fascio corleonés fue fundado y dirigido por
Bernardino Verro, quien promulgó un
mensaje de socialismo, amor, esperanza e igualdad por toda la isla, ganándose
la simpatía de los distintos sectores sociales, buscando esencialmente la
práctica de nuevos contratos que estipularan un reparto justo de la producción entre
los terratenientes y los campesinos que alquilaban pequeñas parcelas de tierra,
pero lo cierto es que entre las filas del fascio había personas que tenían un
historial delictivo. En realidad, con independencia del fascio, Verro había pasado a formar parte de una
sociedad secreta cuyos miembros se autodenominaban fratuzzi (hermanos). La Mafia no conocía de colores políticos,
basándose únicamente en el oportunismo, y de ese modo se garantizó incluir
entre sus filas a un destacado líder del movimiento campesino, un personaje
emblemático que representaba al sector desfavorecido de la sociedad, aunque los
fascios inicialmente pretendían no contar entre sus miembros a personas
pertenecientes a la Mafia. A pesar de todo, en Corleone y algunos otros lugares
la relación entre los fascios y la Mafia alcanzó una gran intimidad. Entre 1892
y 1893 se desencadenaron una serie de acontecimientos tétricos en el interior
siciliano. Se agredía a activistas, se incendiaban almiares para culpar a los
socialistas, se arrestaba a los líderes de los fascios bajo acusaciones falsas,
miembros de los fascios respondían a estas afrentas y al férreo control
policial mediante actos vandálicos. Verro
comenzó a temer por su vida, adoptando una serie de medidas de seguridad. La
Mafia comenzó a introducir los juegos de naipes entre los miembros de los
fascios, utilizando las apuestas para poner en circulación dinero falso, lo que
hizo pensar a Verro que esas
conductas les desacreditarían a ojos de los ciudadanos y de la policía. Pero el
detonante fue que los fratuzzi se
apoderaron de unos terrenos que habían quedado sin cultivar como consecuencia
de una huelga de campesinos organizada por el fascio. Las diferencias para
llegar a un acuerdo respecto del reparto de esa tierra eran irreconciliables, y
Verro lo conocía, y pasaría el resto
de su vida intentando enmendar el error de haberse asociado a la Mafia.
Lorenzo Panepinto (1865-1911) |
Benito Mussolini (1883-1945) |
Cesare Mori (1871-1942) |
Cuatro meses
después del asedio de Gangi, Mori
utilizó las mismas tácticas para acabar con un poderoso don, Vito Cascio-Ferro, que había iniciado su
carrera criminal en 1892 introduciéndose en el fascio de Bisacquino, cerca de
Corleone. Tenía contactos en Estados Unidos y había amasado una gran fortuna
haciendo pasar a América ganado de contrabando. Las fuerzas de Mori sitiaron el territorio de Cascio-Ferro y en unos días se
consiguió detener a más de 150 sospechosos, incluido el propio Cascio-Ferro. Poco después se desempolvó
una causa en la que se le acusaba de asesinato, resultando condenado a cadena
perpetua, muriendo en el presidio en 1942. A partir de entonces se fueron
llevando a cabo redadas en las que se detenía a los gabelloti y a los mafiosi
que habían seguido asediando, aunque en menor medida, a los campesinos. En
agosto de 1928 se juzgó a 163 miembros de la Mafia.
Vito Cascio-Ferro (1862- entre 1942 y 1945) |
Giuseppe Genco Russo (1893-1976) |
En definitiva, durante el Fascismo la Mafia fue reprimida, pero no disuelta.
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